domingo, 25 de noviembre de 2007

ANDRZEJ MUNK

En todas las disciplinas del arte tenemos varios ejemplos de obras maestras inacabadas por sus artistas. En literatura la inquietante novela "El proceso" de Kafka, en pintura la misteriosa "La adoración de los magos" de Leornado da Vinci y en música la transcendencia coral del "El réquiem" de Mozart por poner sólo tres ejemplos de las artes más representativas. Quizá sea lo incloncluso el valor añadido que le da más valor aún. Una obra de arte nunca esta finalizada del todo, siempre se va modificando de manera misteriosa, con el tiempo aparecen más atributos, nuevas apreciaciones de ahí su calificativo implícito de imperecedero. En cine tenemos un ejemplo con la recientemente editada en DVD "La pasajera" del polaco Andrzej Munk. Durante el final del rodaje de la película un fatal accidente automovilístico dejó sesgada la escasa filmografía de un director genial. Su colaborador y amigo durante el rodaje Witold Lesiewicz se encargó de finalizar el filme con un respeto mayúsculo hacia su creador. La magnífica película empieza con una serie de fotografías y una voz en "off" que nos relata de que se trata de una película no acabada por el trágico accidente de su director y juega con la incertidumbre de las escenas no rodadas por Munk. La excepcional película empieza como definiría poco más tarde Chris Marker en su "La jetée" como un "photo roman". Se nota la inspiración y la influencia que despertó en Marker "La pasajera". Las imágenes estáticas de un transatlántico y de sus acomodados y risueños pasajeros con una voz que narra la historia cautivan desde un principio de una manera muy especial. Luego hay dos retornos al turbio pasado de una pasajera a raíz de un "shock" y nos trasladamos al dantesco Auschwitz donde Munk rodó el tramo central de la película y donde ésta recobra el movimiento perdido. Cuando la película transcurre por el campo de concentración etiquetado cruelmente como "Arbeit macht frei" (El trabajo te hará libre) lo observamos desde el punto de vista de la supervisora nazi, una perspectiva del todo poco usual y que a mi modo de ver enriquece a la visión global de lo que pasó en ese infierno. Lo que más impacta es el día a día con unas imágenes duras y crueles que están casi siempre en un segundo plano sin ápice de enfatización haciendo que el horror se quede como un poso en el alma. Los verdugos nazis pasan los días haciendo su trabajo y tienen momentos de ocio donde se recrean con música interpretada por sus prisioneros. La escena atrae al recuerdo el cuadro del Bosco "El jardín de las delicias" donde representó el infierno como un lugar lleno de instrumentos musicales. En el infierno también hay música aunque sea sólo para poder soportarlo.


sábado, 17 de noviembre de 2007

77 MILLION PAINTINGS


El polifacético artista y músico Brian Eno ha sorprendido gratamente en el presente año con un DVD titulado "77 million paintings". Esta obra de arte digital es un trabajo realmente deslumbrante. La obra consiste en unas pinturas electrónicas sobre una pantalla (de televisor u ordenador) que emiten de manera muy suave imágenes que van variando paulatinamente de manera casi imperceptible acorde con una música realmente hipnótica. Son 77 millones de pinturas que se generan a partir de todas las obras gráficas realizadas por Eno en los últimos 20 años, combinadas de forma aleatoria por ordenador. Además Brian Eno utiliza un software especial que selecciona la música y la duración de manera arbitraria creando un número virtualmente infinito de variaciones. Este nuevo concepto está bautizado como arte generativo, el proceso generativo está sometido a un proceso aleatorio, la pintura cambia todo el tiempo de forma gradual. Para hacernos una idea, si un artista pintara cinco cuadros al día necesitaría aproximadamente 42.000 años para pintar los 77 millones de pinturas. El inventor de las estrategias oblicuas maneja mejor que nadie la baraja de cartas para potenciar al máximo su vertiente creativa. El llamado padre de la música atmosférica sigue sorprendiendo a modo de campesino virtual, va sembrando semillas en el televisor u ordenador para originar diferentes tipos de "plantas" electrónicas que van creciendo y modificándose a lo largo del tiempo. A posteriori descubrí que el 28 de febrero estuvo en Barcelona en una pequeña gira española presentando este obra y por desgracia ni me enteré. Mientras escribo estas líneas estoy escuchando un disco de principios del 2000 que tenía medio olvidado y que ha surgido ahora como otro alumbramiento, su título "The appointed hour" y es de su hermano Roger Eno acompañado con la estimable ayuda de Peter Hammill. Este disco tiene la singularidad que se grabó de manera improvisada por los dos músicos en estudios de grabación diferentes y sin verse, pero con la particularidad de que los dos grababan siempre a la misma hora y mediante concentración intentaban captar las sensaciones del otro. Lo realmente increíble es que suena de forma cohesionada, parece magia. Como decía Adorno: "El arte es igual a la magia pero sin la mentira de ser real."





sábado, 10 de noviembre de 2007

LOS "COMPRACHICOS"

Soy incapaz de contar el libro, e incluso este vago resumen estará lleno de errores. Lo que verdaderamente sé es la fascinación que "El hombre que ríe" pudo infundir a un adolescente, la aceptación apasionada de un mundo más rico y misterioso y terrible que el que me rodeaba entonces.
Me ocurre todavía antes de dormirme, ver un paisaje nocturno por el que avanza un niño desfigurado; en algún momento surgirá la horca con sus espantoso morador. Cuando me duermo, del otro lado de la noche me está ya esperando alguien que sonreirá indulgente después de los fantasmas de la duermevela, pero que nunca, a ningún precio, volverá a leer "El hombre que ríe".

Julio Cortázar

En el siglo XVII había un grupo semisecreto llamado los "comprachicos". Esta banda itinerante compraba niños a familias humildes e ignorantes de Europa (ahora serían las familias africanas) para deformarlos a temprana edad, era la técnica del moldeado de un ser vivo. Luego se dedicaban al lucrativo negocio de entrenarlos como bufones para las cortes de los tiranos de la época, se convertían de este modo en horribles y lamentables despojos humanos. Victor Hugo hace referencia a este siniestro grupo en el libro "El hombre que ríe". Ya desde tiempo inmemorial en la China se practicaba el horrible "arte" de moldear seres vivos. Se tomaba un tierno niño de dos o tres años y se le colocaba en una vasija de porcelana a tiempo completo, la vasija tenía unos orificios para la cabeza y los pies. El embutamiento duraba varios años. Se conseguía de este modo monstruos humanos. En la China de hace unos pocos lustros aún se practicaba algo parecido pero con los pies de las mujeres. Volviendo a la Europa del siglo XVII y a los horribles "comprachicos" o "compraniños" comentar un poco de su dantesco trabajo con los niños. Primero el rostro del niño era deformado con horripilantes incisiones hechas bajo los efectos de las drogas. El grupo estaba formado por al menos de un médico (los antecesores de los médicos nazis) o alguien con conocimientos básicos de medicina. Se practicaba entonces ciertos "cortes" quirúrgicos esculpiendo en la carne de los niños deformaciones transformándolos en monstruos, payasos y bufones. Si por desgracia sobrevivía era introducido en un barril donde se veía limitado en el desarrollo, su cuerpo adquiría así la forma del envase. Para acabar con este terrible proceso se actuaba sobre la mente, era importante de que el niño no adquiriera la conciencia de lo que sucedía realmente y así borrar recuerdos que no fuesen de la doctrina "de hacer reír" para que su futuro amo se divierta a gusto. En el caso del libro de Victor Hugo, el niño protagonista lo desfiguró Hardquanonne, un flamenco poseedor de los secretos del doctor Conquest, que le practicó la operación "bucca fissa" que le deformó el rostro para siempre marcándolo con una sonrisa perenne (mucho más tarde en el cómic de Batman apareció su predecesor con el nombre The Joker). Sólo podía suprimir su sonrisa de su rostro con una concentración y un dolor inmensos y se convertía así en temible. El director alemán Paul Leni filmó en 1928 "El hombre que ríe" basado en el libro del autor francés. Lo que más me impresionó fue la primera parte de la película donde aparece ese grupo llamado los "comprachicos". El inicio es magistral y logra erizar el vello en más de una ocasión. Todo acompañado con unas imágenes demoledoras inspiradas en la fotografía del gran cine impresionista alemán. La segunda parte se decanta en una previsible historia de amor que no logra mantener la fuerza del inicio. El maestro Ingmar Bergman en la película "En presencia de un Clown" representaba al diablo como un payaso de circo. Desde pequeño a Bergman le horrorizaba el payaso listo, normalmente vestido de blanco, con una ceja muy marcada y arqueada y que constantemente se burlaba del otro payaso más bobalicón. Me viene a la mente a raíz del filme una frase: "No hay nada más terrible que la sonrisa del payaso en la noche con la luz de la luna".

viernes, 2 de noviembre de 2007

COMIDA "PALLARESA"


La girella tiene nombre de mujer bonita y realmente está muy buena. Este embutido pallarés está tan rico que da miedo enamorarse y quedar atrapado entre sus cuerdas. Es de los pocos embutidos que se fríen y el único que tiene trozos de carne, en concreto de cordero. "Lo Pallars" se divide en el Pallars Sobirà (superior) y el Pallars Jussà (inferior) es una tierra que produce algunos de los mejores embutidos, los ejemplos más conocidos son la fina y alargada secallonga, el grueso xolís y luego está la injustamente desconocida y contundente girella, entre otros productos de la comarca. Por desgracia este último embutido es muy difícil de encontrar fuera del Pallars. En Barcelona lo puedo degustar y saborear básicamente cuando mis queridas tías "bajan" de esa remota comarca ilerdense cargadas con bolsas para visitar y nutrir a sus familiares barceloneses con sus productos más autóctonos. Luego viene la comida a base de esos excelentes embutidos, con la inestimable ayuda del pan de payés rojizo por los tomates y perfumado por los ajos para luego bañarlos con aceite de aceituna arbequina y todo ello mimado con un vino de la D.O Costers del Segre, hacen la delicia en el paladar de los comensales y como guinda en el postre la tradicional coca de "recapte" elevan a los presentes hacia el alto cielo pre-pirenaico. Una cena contundente que provoca el acostarse ahíto y esperando que la siguiente visita culinaria no sea muy seguida no por la familia sino por la francachela posterior.