viernes, 29 de agosto de 2008

EL MUNDO ESTÁ LOCO

El lunático dice:
" No hay lado oscuro de la luna. Lo que pasa es que todo está oscuro."



jueves, 21 de agosto de 2008

LA VIDA


¡Cómo has de ser sorprendido por la muerte en tu cuerpo y alma! Piensa en la brevedad de la vida, en el abismo del tiempo futuro y pasado, en la fragilidad de toda materia.

El tiempo es un río y una corriente impetuosa de acontecimientos. Apenas se deja ver cada cosa, es arrastrada; se presenta otra, y ésta también va a ser arrastrada.

Marco Aurelio "Meditaciones"

sábado, 16 de agosto de 2008

SECRETOS OCULTOS EN LOS LIBROS

La técnica se empezó a utilizar en el siglo X y se perfeccionó en el siglo XVIII creando imágenes de gran belleza. Estas están ocultas en los libros, en concreto en el filo de las hojas y sólo se hacen visibles si se inclinan las hojas hacia un sentido determinado.
Martin Frost se ha dedicado desde 1970 ha buscar y catalogar libros con esta increíble particularidad.
Por cierto, Paul Auster a un personaje de su magnífico "El libro de las ilusiones" le bautiza con este nombre. Parece una coincidencia pero el Sr. Frost de carne y hueso nos descubre libros con muchas ilusiones. ¿Casualidad? Parece poco probable.

domingo, 10 de agosto de 2008

EL CALENTÓN DEL SR. XING

En verano las noches son calurosas y en China me parece que mucho más. El Sr. Xing, supongo yo, pensó que en el parque estaría más fresquito. Pero los bancos en el parque Lan Tian de Hong Kong tienen más utilidades que la de sentarse o tumbarse debió pensar Xing.
A sus 41 años la metió donde no debía, poco sabía que la entrada es más fácil que la salida y que cuando la sangre no puede volver poco sirve el hielo o que se le pase el calentón pensando en un geriátrico. Al final los bomberos tuvieron que arrancar el banco para llevarlo al hospital y así poder intervenir al fogoso Xing.
Por cierto el agujero es muy pequeño, y además parece que también el dedo gordo del pie está introducido en otro orificio. ¡Cómo le gusta meter al Sr. Xing!

UNA SOLITARIA TARDE DE AGOSTO

El danzarín baile de la luz al movimiento de la blanca cortina y al son de la brisa veraniega me ilumina el ánimo en una desasosegada tarde de agosto y me invita a salir de casa.
Con el espíritu iluminado me dirijo a dar un paseo sin un rumbo fijo y confiando en el instinto aventurero.
El final de viaje urbano acaba en una amplia mesa formada por dos puertas de madera. En la entrada de este singular lugar se encuentra una enorme báscula pensada para antaño pesar mercancías transportadas por camiones o carros. Sentado y observando la calle y la amplia puerta con la báscula a modo de alfombra metálica me tomo un té japonés llamado sakura.
El barrio ha cambiado mucho y está maquillado por muchas tiendas fashion que no dejan ver su historia y su auténtico rostro. Las bellas dependientas parecen muñecas encerradas en sus vitrinas de cristal esperando como arañas que una nueva víctima caiga en su estilizada y cara tela.
Al terminar el primer sorbo de mi aromático té empiezo a leer un libro que llevo por primera vez de paseo. El arranque del libro promete, pienso entre sorbo y sorbo.
Ya de noche, con la iluminación de las farolas antiguas enganchadas con sus brazos metálicos a las pareces de piedra, trazo mentalmente el camino de vuelta a casa.
Sin tinta en la pluma acabo esta pequeña crónica sentado al lado de la báscula y escribiendo con un bolígrafo Parker que llevo encima para los casos de emergencia.

miércoles, 6 de agosto de 2008

EL HOSPITAL


"El tren paró en Nieczawy solo un momento. Disimuladamente, Stefan se abrió paso a empujones entre la multitud hasta alcanzar las puertas, saltó justo cuando resopló la locomotora y al instante oyó el estrépito de las ruedas a sus espaldas. Durante una hora había estado tan preocupado por bajarse allí, que se había olvidado del objetivo mismo del viaje. Y, por fin, respirando un aire tan puro que después de la mala ventilación que había en el tren le resultaba cortante, caminaba con paso inseguro, con los ojos entrecerrados por el sol, liberado e indefenso al mismo tiempo, como si acabara de despertar de un sueño profundo."

Así es como empieza uno de los mejores libros que he leído este caluroso verano. El protagonista es Stefan, un joven médico que después del funeral de su tío y de la forma más casual va parar a un sanatorio de enfermos mentales situado en medio de un bosque remoto de Polonia. El manicomio es una fuente de historias donde los médicos y enfermeros ofrecen una imagen más inquietante y sórdida que los propios locos. El gran Lem describe de forma impresionante los diferentes personajes y se adentra en los pensamientos del protagonista al estilo de la mejor novela centroeuropea de mitad del siglo XX. En sus trescientas y escasas hojas este libro no decae en ritmo en ningún momento, gracias en parte a que los diferentes capítulos están hilvanados de manera muy hábil lo que ayuda a leerlo con gran agilidad.
El personaje del poeta loco que dice estar escribiendo el libro que será definitivo y sus discursos ampulosos y llenos de latinajos hacen que a lo largo del libro poco a poco el médico se convierta en un mero discípulo del loco sabio. Este pasaje me hace recordar un gran relato de Chéjov titulado "El pabellón nº6" donde se establece también una relación entre médico y demente muy tormentosa y culta a la vez.
También merece destacar el capítulo de la estación transformadora de electricidad donde el médico se encuentra en uno de sus paseos por el bosque con el capataz Wolch, quien está al mando de la estación. El protagonista se siente atraído por el trabajo que realizan esos hombres sin el cual el hospital psiquiátrico pierde su utilidad (luz, electroshocks, ...). Todo con el transfondo de la Segunda Guerra mundial y de la ocupación de las tropas alemanas en Polonia que aflorará hacia el final de este gran libro.

No entiendo como un libro tan genial haya tardado tanto en traducirse al español, teniendo en cuenta que se trata de su primer libro, publicado en 1948, es decir, hace la friolera de sesenta años y con el agravante de ser un escritor conocido. Pero gracias a la editorial Impedimenta y a la cuidada edición en la cual aparece el nombre del traductor en la portada ha logrado que esta joya llegue a las librerías.
Todo un acierto.