jueves, 23 de julio de 2009

UGETSU MONOGATARI

Unos fantasmas, unos espectros recorren nuestra mente y en un momento determinado aparecen, tan reales como la vida misma. Sólo hay que tener paciencia. El otro día por la noche estaba sólo en casa y aparecieron. Salieron de la pantalla inducidos por la llamada de un libro que estoy leyendo "Kafka en la orilla". En mi defensa tengo que decir que la primera vez que la visualicé hace ya muchos años en una pantalla de tubos de rayos catódicos no pasó, igual no se activaron los mecanismos adecuados. También tengo que esgrimir a mi favor que no estaba polarizado previamente por aducciones previas de ningún tipo, simplemente desempolvé una cinta de VHS. A medida que pasaba el tiempo y el parpadeo de la luz en la sala me seducía iba entrando en el corazón (de las tinieblas) de la historia, poco a poco.
El paraíso se convierte en infierno, la muerte de la madre con el niño llorando a sus espaldas me sacude, una bella alma en pena guiada por una tenebrosa vieja que seduce con su arte al pobre campesino me inquieta. El viaje por el lago en brumas me fascina. Al final el regreso al destruido hogar nunca le fue más reconfortante y expiatorio al campesino.
La emoción y la plenitud total se alcanzan pocas veces y Mizoguchi con su arte lo ha conseguido en una noche de luna pálida de julio.

2 comentarios:

SallanWorld dijo...

Qué grande que es Nakata, eh?

- Señor Hoshino.

- Qué?

...

maumaunoexiste dijo...

Muy grande y además puede hablar con los gatos...

Saludos!!!