miércoles, 5 de septiembre de 2007

DE VUELTA DE BILBAO ( I )


El buen tiempo me ha acompañado estos tres días en Bilbao, las nubes grises han bañado las calles del bocho atravesado por su artería verde. Desde "la variante ovoide de la desocupación de la esfera" que mira al Ayuntamiento me dirijo al casco viejo y a sus bilbaínas siete calles.
Paseando compruebo que desgraciadamente las fuentes modernas estilo monolito no sólo están en Barcelona. En un frontón cubierto juegan a la pelota vasca, el ruido reverbera hasta en la calle. Con el eco de la pelota persiguiéndome por la calle desemboco en la plaza Unamuno. Por una calle lateral me encuentro por pura casualidad la casa donde nació el escritor Miguel de Unamuno, me alegro por el hallazgo. Por otra parte me entristece observar que a pocos metros hay una persiana metálica pintada con una siniestra águila con fondo negro, me recuerda a los nazis de la SS. Con mal cuerpo acelero el paso hacia el mercado.
Por suerte para el bolsillo y por desgracia del paladar la tienda enfrente del mercado que exclusivamente vende angulas está cerrada hasta nueva campaña pesquera. En el mercado de la ribera (el más grande de Europa según leo) me paseo por la primera planta exclusiva de pescado. Veo entre muchos peces unos bonitos del norte enormes, al lado unos orientales asombrados los observan con unos ojos como platitos ovalados. En una esquina un señor con barriga de comer bien, con "cubata" y ducados en mano (son las once de la mañana) está pasando las cuentas de las ventas entre sorbo y sorbo. Subo al piso superior de carnes y frutas, el movimiento browniano incesante del mercado me marea y decido tomar descanso en el bar "Degustación" situado en el centro del mercado. En el taburete y con el café en los labios observo una foto que pone mis ojos como platos de verdad. Se trata de una instantánea tomada en los años 50 donde unos mozuelos se bañan en la ría con arena playera en la orilla. La suciedad actual de la ría es de las pocas huellas que quedan del pasado industrial y aunque cada vez está más limpia me temo que el emular a los bañistas será un acontecimiento que nuestros ojos no verán. Salgo del mercado y con el sabor del café perentorio aún presente en mi boca me cruzo con los orientales de antes (parecen japoneses) con las bolsas llenas de pescado y vociferando alegremente. Por propia tradición compro una palmera de coco (sólo las he encontrado en Bilbao) y vuelvo a casa. Desde la calle cojo un ascensor público que previo pago de 0,35 euros asciendo al parque de Etxebarría ocupado temporalmente por un circo y tristes barracas con atracciones de pueblo.
Por mi cabeza baila la imagen del chico que trabaja como ascensorista, pienso: ¡Qué trabajo más aniquilador! Todo el día arriba y abajo, nunca mejor dicho.

Con el sabor de la palmera aún en el paladar entro a casa a descansar.

8 comentarios:

Jove Kovic dijo...

Celebro su vuelta Maumaunoexiste, ya irá contando sus andanzas bilbaínas. Yo estuve hace muchos años en Bilbao, y la recuerdo como una ciudad esencialmente sucia y muy fea. A diferencia de San Sebastián, exquisita y señorial.

maumaunoexiste dijo...

Bilbao ha cambiado muchísimo (para bien por supuesto)pero aún por suerte mantiene señas de su pasado industrial y obrero. San Sebastián en cambio siempre ha sido "la bella" donde los ricos y burgueses pasaban largas temporadas (aquí sale mi espirítu revolucionario).
Odio la comparación de las dos ciudades donde siempre pierde una, siendo las dos espléndidas.

SAludos cordiales!!!

Jove Kovic dijo...

Pues no se le ocurra decir a uno de Bilbao, que su ciudad no se puede comparar con San Sebastián.

ekilore dijo...

Qué cosas más bonitas cuentas de Bilbao. La verdad es que es cierto que está preciosa y muy cambiada. Celebro que lo hayas disfrutado.

maumaunoexiste dijo...

Gracias Ekilore, tus comentarios siempre me alegran. Jovekovic, amo mi vida y eso es lo último que diría a un bilbaíno.
SAludos!!

SallanWorld dijo...

Las palmeras de coco de Bilbao son, sin duda, las mejores del mundo. Y la ría. Y el metro.

Celebro que lo haya pasado bien por allá, y que haya vuelto. Aunque sea para trabajar...

Anónimo dijo...

Lástima que las fechas de tu visita no coincidieran. Ahora en el Mercado de la Ribera hay una exposición que rompe con lo acostumbrado. El sistema de iluminación natural juega con las obras expuestas convirtiendo lo que era una planta abandonada en un espacio mágico lleno de poesía visual.

http://www.epelde-mardaras.com/exposicion/fotos.htm

maumaunoexiste dijo...

Gracias Sergio!!

He visto la página web y parece muy interesante además dentro de un escenario de lo más original!

SAludos!