Caminar con sultura de un lugar a otro es trivial y se hace sin apenas pensar. Este proceso tan cotidiano y necesario se ha convertido en mi caso en algo especial y pausado, casi en un ejercicio de concentración. Mi segunda cojera en menos de un año me ha dado que pensar. El parar y luego continuar me provoca una reflexión y me hace apreciar las cosas de otro modo. De una forma diferente y curiosa. Noto puntos de vista diferentes y es como si la velocidad influyese en el pensamiento. Ver paisajes diferentes y en cambio paseados mil veces.
Siempre me he fijado en el andar de la gente. Provocado igual por mi manía en la puntualidad y el de observar a lo lejos como se acercan. El andar tan característico en algunos casos delataban a las personas mucho antes de su llegada.
En cambio, el andar de la mujer, su movimiento y contoneo puede llegar a extremos totalmente arrebatadores. Me fijo habitualmente en el movimiento de las mujeres al pasear y lo considero una parte importante en la seducción femenina. Por eso la cojera en la mujer siempre me ha provocado desasosiego. Curiosamente, broma del destino, en los diferentes pisos que he habitado, el actual también, ha vivido una coja y siempre en pisos superiores al mío. En mi anterior cojera, la actual es más leve, estuve tumbado en cama durante casi un mes. El mero hecho de estar todo el día tumbado me convertía en un radar que captaba todos los sonidos que llegaban a mis atentas antenas auditivas. Captaba todos los ruidos de mi alrededor. El peor era el de mi vecina tullida con el martilleo de su pierna, dos pisos encima del mío, llegaban con una fuerza abrumadora, su renqueo me provocaba cierto estremecimiento. En el aburrimiento típico del convaleciente cavilava acerca de un lenguaje secreto, parecido al morse, mediante el cual la pierna de la coja se comunicaba con la mía aún medio enferma. Un monólogo que me negaba a descifrar.
Para alegrarme y pasar el angustioso rato leía:
"Dícese en Italia como proverbio común que no conoce la perfecta dulzura de Venus aquel que no se ha acostado con una coja (...) Habría pensado que el movimiento descompuesto de una coja podría aportar algún nuevo placer al ayuntamiento y cierta punta de dulzura a aquellos que lo prueban, mas acabo de enterarme de que incluso la filosofía antigua opinó sobre ello; dice que al no recibir las piernas ni los muslos de las cojas, a causa de su imperfección, el alimento que les es debido, ocurre que las partes genitales, que están encima, están más llenas, más nutridas y vigorosas, o bien que, al impedir este defecto el ejercicio, aquellos que se ven afectados por él disipan menos sus fuerzas y llegan más enteros a los juegos de Venus (...) Pues con solo la autoridad del uso antiguo y público de este dicho, hice creer antaño que había obtenido más placer de una mujer por no estar derecha, y añadí esto al número de sus gracias."
Michel de Montaigne
Ensayos, III, 11 (1595)
lunes, 18 de febrero de 2008
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7 comentarios:
¿Otra vez cojo? Esto ya empieza a ser una costumbre. Espero que no sea grave. Le recomiendo la lectura de Los comebarato, de Thomas Bernhard.
Por cierto, está usted más caliente que un radiador.
Tomo nota de sus siempre buenas recomendaciones. La cojera mejora pero aún duele un poco. No es tan grave como la primera.
Saludos!!
No había leído la última frase de su suspicaz comentario f. la primavera ya empieza y la sangre... .Y que lea a Montaigne no quiere decir que comparta todo lo que dice. El texto me parece más bien gracioso y la vecina penosa.
Saludos otra vez!!!
Hola Maumau,
Espero que su pierna vaya mejorando.
A mí los cojos me asustan un poco. Debe de ser porque mi vecino de encima lo es y hace mucho ruido pero ahora después de leer a Montaigne creo que la voy a mirar de un modo diferente.
Gracias
Mi cojera ya no se nota con lo cual puedo decir que me he recuperado más rápido de lo que esperaba. Gracias!!!
Cuídese, amigo maumau. Y coincido con Feingeschliffen en que está más caliente que un radiador. De hecho, su post me ha hecho recordar la mujer que mejor camina que he visto en mi vida. La vi hace un par de años, en el pueblo en que veraneo. Una auténtica obra de arte en movimiento. No he visto una cosa igual desde entonces...
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