El cine que me gusta cada vez cuesta más poderlo ver en pantalla grande. Los caminos secundarios son la solución más eficaz para poder llegar a ese fin, cada vez más quimérico. El cine ambigú de Barcelona y el MICEC (Muestra Internacional de Cine Europeo Contemporáneo) ayudan a tan ardua tarea.
El pasado martes tuve la oportunidad de ir al cine a ver la última película de Philippe Garrel "La frontière de l'aube". Realmente es una pena que aún hoy sea un cineasta mal distribuido e inédito en nuestro país. La película bellamente filmada narra la historia de un joven fotógrafo (Louis Garrel, hijo del director) y una actriz. La relación se enfermiza y toma tintes melodramáticos.
La sensibilidad de las escenas, la belleza del blanco y negro, la sensibilidad y belleza de Laura Smet, todo ello suma y crea una pequeña maravilla, una especie de pieza artesana. No hay que olvidar que Garrel empezó filmando con cámaras cinematográficas reparadas por él y que después utilizaba y empleaba películas vírgenes sobrantes de los grandes estudios, todo para crear un mundo muy personal y deudor de Robert Bresson.
Si por obra de magia estrenan esta película no se la pierdan, yo seguro que volveré a verla.
domingo, 14 de diciembre de 2008
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