viernes, 9 de mayo de 2008

VIOLENCIA

La violencia da mucho miedo sobre todo si viene por grupos organizados. El vídeo de a continuación es un "videoclip" muy polémico y violento que a sido prohibido en casi todos los países. El facineroso Pedro Piqueras seguro que lo coloca en sus horripilantes noticieros de Tele 5. El autor de este vídeo es Romain Gavras, hijo del gran Costa Gavras.
Un cámara (Gavras?) y su ayudante siguen a cinco jóvenes new ravers un día que salen de "caza" y al final los autores del vídeo no acaban del todo bien. Violencia llama a violencia. El vídeo es de un realismo brutal incluso tengo miedo de pensar que sea auténtico. La naranja mecánica del siglo XXI está en las calles de las grandes ciudades. La banda sonora es de Justice, y actuarán en el Sónar de este año en Barcelona.



5 comentarios:

SallanWorld dijo...

Un compañero de trabajo pasó unos meses en Newcastle en año pasado. Los fines de semana todo el mundo se emborracha, y los altercados son frecuentes. Es habitual ver por la calle policías antidisturbios a caballo.

Unknown dijo...

es tremendo. no puedo creer que sea cierto.

la música es la caña

Jove Kovic dijo...

Había oído hablar de este vídeo, no es auténtico. De hecho es más efectista que violento, y Romain Gavras parece tener la altura como creador de su padre.
Sobre la violencia en las calles de las ciudades, es muy cierta y preocupante, sin duda.

maumaunoexiste dijo...

Jove me tranquilizas respecto a la autenticidad del vídeo, factor que, por otra parte favorece a la labor del director. Pero la realidad es que cada vez vivimos más dentro de una violencia sumergida y que en cualquier momento una chispa la puede hacer explotar.
SAludos!!!

Jove Kovic dijo...

Es muy cierto, Maumau, la violencia ha pasado a ser un forma de comunicación ampliamente legitimada por la sociedad. Es un retroceso enorme, cuando parecía que el contrato social se extendía a la cesión del poder coactivo al estado, supervisado por jueces que aplicaban leyes aprobadas en parlamentos democráticos.
Hemos vuelto a la disculpa de los calentones, a intentar justificar situaciones de violencia que no siempre protagonizan, dicho sea de paso, jóvenes más o menos marginales.