domingo, 30 de marzo de 2008

KILROY WAS HERE!


Hace poco he visto fotos de la guerra de Iraq con la inscripción: "Kilroy was here!". Se dice que los primeros que lo vieron fueron las tropas norteamericanas que entraron en Túnez en 1943 durante la II Guerra Mundial; contemplaron atónitos un grafiti con la leyenda "Kilroy was here". En los avances de las tropas por Europa encontraban una y otra vez el grafiti con la leyenda antes mencionada. En Italia, por Francia y finalmente en Alemania aparecía de forma enfermiza. Cuenta un rumor que Hitler creía que era un espía ya que la inscripción también apareció en los refugios alemanes.
A finales de los 40 el diario New York Times informó que el nombre original era James J. Kilroy inspector de barcos y puentes y que ponía su firma en los componentes que había chequeado, los marcaba mientras eran construidos. Por lo tanto se cree que los soldados cuando llegaban a sitios remotos veían componentes de naves como escotillas, destruidos y con la famosa inscripción, lo que provocaba bromas y cierta tranquilidad dentro de la inquietud que produce la guerra.
Asimov se inspiró en este hecho y escribió un breve relato titulado "The Message" datado en 1955 e incluido en el libro de relatos "Earth Is Room Enough".
Yo me quedo con la versión de Asimov.

EL MENSAJE

Bebieron cerveza y se entregaron a sus recuerdos, como hombres que se encuentran tras larga separación. Rememoraron los días expuestos al fuego del enemigo. Evocaron a sargentos y muchachas, ambos con exageración. En retrospectiva, las cosas mortales se convirtieron en humorísticas, y se airearon trivialidades arrumbadas durante diez años.
Incluyendo, claro está, el perenne misterio.
—¿Cómo te lo explicas? —preguntó el primero—. ¿Quién comenzó?
El segundo se encogió de hombros.
—Nadie comenzó. De repente, todo el mundo se encontró haciéndolo, como una enfermedad.Tú también, supongo.
El primero rió entre dientes.
El tercero intervino suavemente:
—Nunca vi nada divertido en eso.Quizás porque tropecé con el primero durante mi bautismo de fuego. En África del Norte.
—¿De verdad? —dijo el segundo.
—La primera noche en las playas de Oran.Trataba de ponerme a cubierto, buscando alguna choza indígena cuando lo vi al resplandor de un fogonazo...
George se sentía delirantemente feliz. Dos años de expedientes y por fin el regreso al pasado. Ahora podría completar su informe sobre la vida social del soldado de infantería de la segunda guerra mundial con algunos detalles auténticos.
Saliendo de la insípida sociedad sin guerras del siglo XXX, se halló inmerso, por un glorioso momento, en el drama tenso y superlativo del bélico siglo XX.
¡África del Norte! El teatro de la primera gran invasión por mar de la guerra. Los físicos temporales habían escudriñado el área para determinar el punto y el momento perfectos.
Señalaron la sombra de un edificio vacío de madera. Ningún humano se aproximaría durante un número conocido de minutos. Ninguna explosión lo afectaría seriamente en aquel tiempo. George no afectaría a la historia por estar presente. Sería el ideal del físico temporal, el «mero observador».
Resultó aún más terrorífico de lo que había imaginado. El perpetuo restallar de la artillería, el desgarrón invisible de los aviones sobre su cabeza. Y luego, las líneas periódicas de las balas trazadoras estallando en el firmamento, y el ocasional fulgor,ígneo y fantasmal, descendiendo en serpentinas curvas.
¡Y él estaba allí! Él, George, tomaba parte en la guerra, parte en una forma de vida intensa, desaparecida para siempre del mundo del siglo XXX, que se había tornado manso y apacible.
Imaginó que veía las sombras de una columna de soldados avanzando, que oía los monosílabos que se murmuraban unos a otros en voz cautelosamente baja. ¡Cómo anhelaba ser en verdad uno de ellos, y no un intruso momentáneo, un «mero observador»!
Cesó en su tarea de tomar notas y contempló su estilográfica, hipnotizado por un instante por su microlinterna. Le asaltó una súbita idea y miró el madero contra el cual apoyaba el hombro. Aquel momento no debía pasar inadvertido para la historia. El hacerlo no la afectaría en nada. Emplearía el antiguo dialecto inglés. Así no habría sospecha alguna.
Lo hizo a toda prisa, y luego espió a un soldado que corría desesperadamente hacia el edificio, escabulléndose de una terrible ráfaga de balas. George se dio cuenta que su tiempo había pasado y, al tomar conciencia de ello, se encontró de nuevo en el siglo XXX.
No importaba. Durante aquellos pocos minutos, había tomado parte en la segunda guerra mundial. Una pequeña parte, pero parte al fin y al cabo. Y otros lo sabrían. Tal vez no supieran que lo sabían, pero quizá alguien se repitiera a sí mismo el mensaje.
Alguien, acaso aquel hombre que corría a refugiarse, lo leería y sabría que, entre los héroes del siglo XX, estuvo también el «mero observador», el hombre del siglo XXX, George Kilroy. ¡Él estuvo allí!

sábado, 29 de marzo de 2008

MOI PIERRE RIVIÈRE, ....


"Midi vint, mon frère Jules était revenu de l'école.
Profitant de cette occasion, je saisis la serpe.
J'entrai dans la maison de ma mère et je commis ce crime affreux,
en commençant par ma mère... ensuite ma soeur... et mon petit frère...
Après cela, je redoublai mes coups!...
« Marie, belle-mère de Nativel, entra : Ah! que fais-tu, me dit-elle?
- Otez-vous de là, lui dis-je, ou je vous en fais autant.
Je sortis ensuite dans la cour, et m'adressant à Nativel :
" Michel, lui dis-je, allez prendre garde que mon père et ma grand-mère ne se fassent pas du mal;
ils peuvent vivre heureux maintenant.
Je meurs pour leur rendre la paix et la tranquillité. "

Extrait du mémoire de Pierre Rivière: « Moi, Pierre Rivière, ayant égorgé ma mère, ma sœur et mon frère… ».

jueves, 27 de marzo de 2008

UN MOMENTO DE FELICIDAD

Todos los días son iguales, o mejor dicho casi iguales. A veces saliendo del trabajo se desea paz y tranquilidad y se busca un lugar donde refugiarse y sentirse bien. Paseando por la zona más sosegada del barrio donde trabajo, que mantiene aún algunas casas bajas (cada vez son menos) de puertas anchas de madera que recuerdan un pasado rodeado de campos y donde fueron engullidas por una ciudad que creció y crece endiabladamente, me paré un rato como cada jueves a tomar el café vespertino. Es un bar restaurante situado en una plaza tremendamente agradable, con su floristería, su pastelería, su kiosco y con una Iglesia que actúa como santo y seña del lugar. Un oasis en la urbe.
El día frío despedía los últimos rayos solares de la tarde en la plaza, cuando entré para sentarme en el taburete con mesita alta y redondeada situada al lado de la ventana alta y enrejada de la izquierda de la puerta doblemente escalonada. Abrí el libro que paseo y saboreo mientras esperaba que el café se enfriase lo justo. Miré por la ventana la plaza, acto seguido el cansado sol iluminó mi lectura, el campanario daba las seis de la tarde, saboreé el caliente café y surgió un instante de felicidad, un momento de sensación verdadera como diría Handke. Salí cuando acabé el café y pensé que el día lo recordaría por ese momento y que valió la pena por ese instante de felicidad improvisada.

Primeros días de una primavera descubierta en el Fragments Cafè leyendo el libro "La carretera" de Cormac McCarthy y amenizado con música de Jazz.

domingo, 23 de marzo de 2008

GERRY








Dos amigos perdidos en el desierto. Caminar y diálogos cada vez más angustiosos, lo que empezó como una diversión se convierte en una pesadilla.
Una película sencilla con sólo dos actores y una música minimalista de Arvo Pärt convierten a esta obra en la mejor que ha filmado Gus Van Sant.

martes, 18 de marzo de 2008

EL CORREO NEUMÁTICO

El otro día fui a comprar al cada vez más denostado supermercado. En el momento de pasar por caja la chica me dice con el chicle saliéndose entre los dientes: "Un momento". Con la suma habilidad de unas manos sucias supongo de tanto tocar dinero vació la llena caja y contó los muchos billetes con una celeridad que otorga la costumbre de un trabajo monótono, los metió doblados con un papel en una cápsula y acto seguido los colocó en un tubo succionador hacia un destino desconocido.
El acto que realizó como si nada hubiera pasado me produjo una fuerte impresión y me recordó a una lejana película francesa de Truffaut (curiosamente murió el mismo año que dejó de funcionar el correo neumático en París) cuyo título no recuerdo y donde mencionan el correo neumático en la ciudad francesa. En la ciudad de la luz se utilizó hasta 1984 y en Praga hasta que en 2002 una fuerte inundación dejó maltrechos los tubos. Pero sus inicios se remontan al siglo XVII. La idea fue concebida por el francés Denis Papin y perfeccionada un siglo más tarde por el científico inglés George Medhurst y que añadió las cápsulas para transportar cartas u otros objetos. Pero el invento se atribuye al escocés William Murdoch y el primer envío neumático tuvo lugar en 1853 en Londres. La red neumática creció enormemente en Londres y en París superando los 50 km de tubos.
El principio de funcionamiento es curioso y sencillo, parece sacado de un libro de Jules Verne. La idea es la siguiente, dentro de un tubo se establecían diferentes presiones de aire, por medio del bombeo desde uno de los extremos provocaba un efecto succionador de tal modo que un objeto colocado en uno de los extremos es absorbido hacia el opuesto. Con este método que es el padre o mejor dicho el abuelo del correo electrónico se comunicaron las principales oficinas de correos durante los pasados dos siglos.
En 1874 se presentó en Viena una idea, nunca realizada o al menos sin noticias, de construir una red neumática de transporte de cadáveres desde la ciudad al cementerio local.

domingo, 16 de marzo de 2008

VAMPYR (1932)

"El rasgo común entre una obra de arte y un ser humano reside que en la misma manera que se dice que existe el alma de un hombre también se puede afirmar que una obra de arte tiene alma y personalidad. El alma se refleja en el estilo, la manera que el propio artista manifiesta su percepción del material con el que trabaja aunque sea invisible e indemostrable, el estilo es esencial para preservar el aspecto artístico de la inspiración."
Carl Th. Dreyer

sábado, 15 de marzo de 2008

LA EXTRAÑA AVENTURA DE ALLAN GRAY


La llegada de Allan Gray a una posada y la visita nocturna de un desconocido que le hace entrega de un paquete con la inscripción: "Para abrir después de mi muerte" y que al mismo tiempo le dice: "Ella no debe morir" marcan el inicio de una extraña y misteriosa aventura que Dreyer nos cuenta con maestría.

Las imágenes de esta película subyugan por su belleza onírica y a la vez misteriosa. Rodada en un castillo viejo y decrépito sito en las afueras de París, el lugar estaba lleno de ratas pero por otra parte poseía un aire muy genuino que no superaba ningún decorado. Este factor ayudó a Hermann Warm a crear grandes juegos de claroscuros donde las sombras alcanzan un nivel de protagonismo muy importante. El toque de Warm se nota y en algunos momentos recuerda el trabajo que realizó en anteriores films como la clásica "El gabinete del Doctor Caligari" de Robert Wiene.
La maravilla de Vampyr está protagonizada básicamente por actores no profesionales y ajenos al mundo del cine, el protagonista es el barón Nicolás de Gunzburg (alias Julian West en los títulos de crédito) que además financió todo el film.
Ésta es la décima película del maestro Dreyer y la primera no silente, toda ella con muy pocos diálogos que crean la fuerte sensación de estar delante de una película muda. El inquietante filme está lleno de imágenes difuminadas y oscuras haciendo presente el inconsciente del espectador y dando la sensación de estar soñando. La escena del desdoblamiento del protagonista parece como una especie de viaje astral y luego su enterramiento prematuro en el ataúd con el punto de vista del supuesto fallecido son brutales.

La película se considera como la "clave de bóveda" de toda su obra. Al finalizar la película Dreyer estuvo ingresado durante tres meses en un hospital por una fuerte crisis nerviosa y de dónde se recuperó para seguir haciendo más obras maestras. Por cierto, el hospital era el "Joanne d'Arc", el nombre de la santa que filmó tan maravillosamente en 1927/28 y que parece ser que le ayudó a expirar los demonios de Vampyr.

miércoles, 12 de marzo de 2008

SIN PALABRAS

domingo, 9 de marzo de 2008

AL VUELO

El pasar de una ave, el andar de un pato ...

El cazar unas palabras al vuelo, el pensar durante unos instantes en su significado no contaminado por las frases anteriores y posteriores, resulta pocas veces gratificante. El fragmento de una historia que uno puede imaginar como fluye y la incertidumbre de saber si la calzó adecuadamente sobre los zapatos de esos pasos perdidos, sobre una vida desconocida que se cruzó brevemente al final del día.

El vuelo del dardo sin saber su destino en la diana.

sábado, 1 de marzo de 2008

EL INFIERNO BLANCO. (Parte I)


El pasado lunes en un diario leí un artículo/entrevista al escritor Martin Amis (el escritor con la dentadura más cara del mundo). El encabezado era contundente: "Es sorprendente lo poco que se sabe del Gulag".
Se da la casualidad que hace apenas tres semanas que empecé a leer las vivencias o mejor dicho la supervivencia de un hombre que pasó más de quince años en los campos de concentración situados en la fría Siberia.
El libro está escrito por Varlam Shalámov y su título es "Relatos de Kolimá" (Volumen I). La inmensa obra ocupa seis volúmenes y ahora la editorial minúscula ha empezado con el primer volumen. La estructura del impactante libro se basa en pequeños relatos o mejor dicho en capítulos de tres o cuatro páginas que actúan de forma independiente pero que de algún que otro modo están hilvanados formando una gran tela sobre la vida en la dantesca Kolimá.
Leyendo estos microrelatos al menos los primeros uno se asombra del aguante y fortaleza del ser humano. Shalámov tiene la enorme virtud de escribir de forma sencilla pero con un halo poético. Esto provoca en el lector que el horror vaya poco a poco sedimentándose formando un poso angustioso en el alma. Cada vez se compara más el Holocausto con el Gulag (Martin Amis lo hace en el artículo) y por lo poco que he leído no se diferencian mucho.
Ya que el escritor de Oxford no lo hace en el artículo antes mencionado me permito el gusto de recomendar este gran libro, al menos para conocer mediante una literatura casi periodística y de gran nivel el terrible y cada vez menos desconocido Gulag. Para abrir boca a continuación reproduzco un fragmento del relato "Carpinteros" donde el gran Shalámov cuenta:

"No echaba en cara a los demás su indiferencia. Hacía tiempo que había comprendido de dónde venía aquel abortargamiento del espíritu, aquel frío del alma. El frío helado, el mismo frío que convertía en hielo la saliva en vuelo, había alcanzado también el alma humana. Si se podían helar los huesos, si se podía congelar o embotarse el cerebro, también el alma podía quedarse helada. En medio del frío era imposible pensar en nada. Todo era sencillo. Con frío y hambre el cerebro se alimentaba mal, se secaban las células cerebrales; se trataba sin duda de un fenómeno material, y Dios sabe si, como dicen en medicina, el proceso era reversible, semejante a la descongelación, o si las lesiones lo eran para siempre jamás".