martes, 18 de marzo de 2008

EL CORREO NEUMÁTICO

El otro día fui a comprar al cada vez más denostado supermercado. En el momento de pasar por caja la chica me dice con el chicle saliéndose entre los dientes: "Un momento". Con la suma habilidad de unas manos sucias supongo de tanto tocar dinero vació la llena caja y contó los muchos billetes con una celeridad que otorga la costumbre de un trabajo monótono, los metió doblados con un papel en una cápsula y acto seguido los colocó en un tubo succionador hacia un destino desconocido.
El acto que realizó como si nada hubiera pasado me produjo una fuerte impresión y me recordó a una lejana película francesa de Truffaut (curiosamente murió el mismo año que dejó de funcionar el correo neumático en París) cuyo título no recuerdo y donde mencionan el correo neumático en la ciudad francesa. En la ciudad de la luz se utilizó hasta 1984 y en Praga hasta que en 2002 una fuerte inundación dejó maltrechos los tubos. Pero sus inicios se remontan al siglo XVII. La idea fue concebida por el francés Denis Papin y perfeccionada un siglo más tarde por el científico inglés George Medhurst y que añadió las cápsulas para transportar cartas u otros objetos. Pero el invento se atribuye al escocés William Murdoch y el primer envío neumático tuvo lugar en 1853 en Londres. La red neumática creció enormemente en Londres y en París superando los 50 km de tubos.
El principio de funcionamiento es curioso y sencillo, parece sacado de un libro de Jules Verne. La idea es la siguiente, dentro de un tubo se establecían diferentes presiones de aire, por medio del bombeo desde uno de los extremos provocaba un efecto succionador de tal modo que un objeto colocado en uno de los extremos es absorbido hacia el opuesto. Con este método que es el padre o mejor dicho el abuelo del correo electrónico se comunicaron las principales oficinas de correos durante los pasados dos siglos.
En 1874 se presentó en Viena una idea, nunca realizada o al menos sin noticias, de construir una red neumática de transporte de cadáveres desde la ciudad al cementerio local.

3 comentarios:

Desesperada dijo...

vaya, interesante ingenio, sí señor.

Jove Kovic dijo...

Creo que en Barcelona intentó implantarlo Cambó y, antes, el marqués de Comillas.
A mí me sigue pareciendo fascinante.

Unknown dijo...

Hola, me interesa mucho este tema y me gustaría saber si existe alguna normatividad que regule este sistema neumatico de envío, si tienen alguna información se los agradecería, no importa de donde sea mi correo es plackdf@gmail.com