sábado, 1 de marzo de 2008

EL INFIERNO BLANCO. (Parte I)


El pasado lunes en un diario leí un artículo/entrevista al escritor Martin Amis (el escritor con la dentadura más cara del mundo). El encabezado era contundente: "Es sorprendente lo poco que se sabe del Gulag".
Se da la casualidad que hace apenas tres semanas que empecé a leer las vivencias o mejor dicho la supervivencia de un hombre que pasó más de quince años en los campos de concentración situados en la fría Siberia.
El libro está escrito por Varlam Shalámov y su título es "Relatos de Kolimá" (Volumen I). La inmensa obra ocupa seis volúmenes y ahora la editorial minúscula ha empezado con el primer volumen. La estructura del impactante libro se basa en pequeños relatos o mejor dicho en capítulos de tres o cuatro páginas que actúan de forma independiente pero que de algún que otro modo están hilvanados formando una gran tela sobre la vida en la dantesca Kolimá.
Leyendo estos microrelatos al menos los primeros uno se asombra del aguante y fortaleza del ser humano. Shalámov tiene la enorme virtud de escribir de forma sencilla pero con un halo poético. Esto provoca en el lector que el horror vaya poco a poco sedimentándose formando un poso angustioso en el alma. Cada vez se compara más el Holocausto con el Gulag (Martin Amis lo hace en el artículo) y por lo poco que he leído no se diferencian mucho.
Ya que el escritor de Oxford no lo hace en el artículo antes mencionado me permito el gusto de recomendar este gran libro, al menos para conocer mediante una literatura casi periodística y de gran nivel el terrible y cada vez menos desconocido Gulag. Para abrir boca a continuación reproduzco un fragmento del relato "Carpinteros" donde el gran Shalámov cuenta:

"No echaba en cara a los demás su indiferencia. Hacía tiempo que había comprendido de dónde venía aquel abortargamiento del espíritu, aquel frío del alma. El frío helado, el mismo frío que convertía en hielo la saliva en vuelo, había alcanzado también el alma humana. Si se podían helar los huesos, si se podía congelar o embotarse el cerebro, también el alma podía quedarse helada. En medio del frío era imposible pensar en nada. Todo era sencillo. Con frío y hambre el cerebro se alimentaba mal, se secaban las células cerebrales; se trataba sin duda de un fenómeno material, y Dios sabe si, como dicen en medicina, el proceso era reversible, semejante a la descongelación, o si las lesiones lo eran para siempre jamás".

4 comentarios:

Desesperada dijo...

interesantísima recomendación. como dice amis, no sé apenas nada del gulag.

ekilore dijo...

Hace unos días leí una entrevista a Martin Amis en el suplemento "El cultural" de El Mundo y me reconfortó mucho una afirmación del mismo, en la que comentaba que esta novela había sido la más dolorosa de escribir de todas porque hace años, tras leer "Archipiélago Gulag", saqué la misma conclusión después de conocer las dificultades que tuvo el autor para que fuera publicada y de conocer que la obra era autobiográfia.

Gulag, exterminio, consecuencia del férreo sistema estalinista fue un error hoy en día olvidado por la historia. Quedan muchas deudas pendientes por saldar.

Jove Kovic dijo...

La izquierda, incluso la llamada democrática, negó durante años la existencia del G.U.L.A.G.
Es un problema grave y antiguo de determinados progres: ven la paja en el ojo ajeno, y no ven la viga en el propio.

maumaunoexiste dijo...

El problema de las imágenes, nadie filmó el Gulag. En cambio en el holocausto nazi llegaron los aliados y fueron testigos de la barbarie. Por "suerte" para la historia algunos poetas y escritores sufrieron el Gulag y sus libros y poemas dan testigo de ese holocausto callado.

SAludos!!!