martes, 7 de agosto de 2007

LA CANCIÓN DE LA LÁMPARA DE MINERO


Después de la resonancia de la anterior entrada sobre Joseph Merrick (el hombre elefante) acude a mi memoria la historia menos conocida pero igual de impactante, la de Pascual Piñon, novelada muy bien en un espléndido relato -"El ángel caído"- del escritor sueco Per Olov Enquist.


"...Pascual Piñon había nacido con dos cabezas. La otra cabeza de mujer. Su extraña historia llegó al mundo en algún momento de febrero de 1922, se encontraba en una mina al norte de México. Nadie sabe nada de él, ni de donde procede, ni su fecha de nacimiento, tampoco nadie conoce a sus padres. Tal vez se avergonzarón.
Probablemente nació a principios de 1880. Según sus palabras nació monstruo. Una de sus cabezas, la inferior, era de hombre, completamente normal siempre muy rígida y erguida. Tenía una barba bien poblada y cuidada. Pero encima de esta cabeza crecía otra, surgía de su frente como un brote, o como un preso que desesperadamente intenta atravesar la muralla de la cárcel, pero falla, y es condenado a cadena perpetua, encerrado a medias en la muralla."


Se escribió una biografía sobre Pascual Piñon publicada después de su muerte por el empresario John Shideler el autor de "A monsters Life".
El empresario oriundo de San Diego era propietario de un parque de atracciones itinerante. Viajó a México para comprobar si el rumor del monstruo de dos cabezas era cierto. Nadie en el lugar había oído hablar del monstruo y notaba cierta hostilidad en los habitantes. Al final con sobornos consiguió adentrarse en la mina.
Ciertamente existía, lo tenían en la mina, no como obrero, sino como rehén. Lo tenían allí encerrado para protegerse de las desgracias, se imaginaban los supersticiosos mineros que era hijo de Satán y que, por un golpe divino, lo tenían en su poder.


"...Pascual Piñon llevaba la otra cabeza de la misma forma que un minero lleva su lámpara en la frente. Así llevó toda su vida; como un minero de la mina de cobre lleva su lámpara en la oscuridad que él mismo ha elegido para vivir, de la misma forma la llevaba a través de la tremenda luz de la vida. Pero su lámpara no salía ninguna luz. Las fotos dicen otra cosa: por esa lámpara más bien se precipitaba la oscuridad que entraba en ella y en él."


En la mina él llevaba un pañuelo a modo de turbante para tapar su pequeña cabeza de la visita de mineros curiosos. Al salir su pequeña cabeza empezó a existir y él le dio un nombre: María.
La cabeza de ella era más pequeña que la de él. Sus ojos eran lo que tenían más vida: pestañeaban constantemente a modo de mensajes telegráficos. Durante mucho tiempo se creyó que era muda. No podía emplear sonidos, no tenía pulmones, laringe ni cuerdas vocales. Pero sí lengua y una fila de dientes muy pequeños y curiosamente muy blancos y muy hermosos, del tamaño de granos de arroz.
Piñon dijo en una ocasión:


"Ella no es muda. Además ella es un ser humano. La puedo oír, pero soy el único que puede hacerlo. Ella sólo existe a través de mí."


Cuando María se enfadaba empleaba un canto "malicioso" a modo de tortura que le hacía enloquecer. Lo empleó con fuerza una vez cuando Piñon se enamoró de una trabajadora del circo y planearon escapar y casarse. Al final acabó mal, él enloquecido por el canto "malicioso" abandonó a su amante e intentó suicidarse ahogándose en el río.
La pequeña María sólo lloró tres veces en su vida. Cuando salió de la mina, cuando se salvaron del suicidio y la última vez durante los ocho minutos que vivió después de la muerte de Pascual Piñon. Los únicos que estuvo realmente sola en el mundo.

6 comentarios:

Feingeschliffen dijo...

Interesante. Y terrible, como todos los "freaks" (esta palabra se ha trivializado mucho) que aparecen en "El último deseo del jíbaro", libro que tuvo usted la amabilidad de regalarme hace algún tiempo.

Desesperada dijo...

andrei, desconocía por completo esta historia. tristísima, por cierto. el final que has descrito es desgarrador, te felicito, me ha parecido una de tus mejores entradas, completamente lírica a pesar del tema.

SallanWorld dijo...

No conocía esta historia. Muy bien contada, por cierto. Especialmente el final...

Jove Kovic dijo...

Soberbia entrada Andrei, le felicito encarecidamente. Sólo conocía la historia a través de un cuento de Sergio Pitol, pero usted le ha dado un toque justo de tristeza poética.

maumaunoexiste dijo...

En "El último deseo del jíbaro" salen muchos "freaks", también en la película de Tod Browning. Pero Piñon no aparece, aunque coincidió con varios de la película de "freaks" en alguna gira americana. Lástima que Browning no estuviese en ese momento...
Gracias y SAludos!!!

Anónimo dijo...

tremendo, muy emocionante. relatado asi, si fuese alrededor de una hoguerilla de esas de verano o unas velas, sería un aperitivo de pesadillas, seguro. me lo imagino como uno de esos cortos que hace años veia en "el autoestopista".